Taller de aplicación sobre Fábulas

El águila y el escarabajo

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole que le salvara.

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.

Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus futuros pequeñuelos.

Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus. Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los escarabajos.

Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.

La zorra y el mono disputando su nobleza

Viajaban por esta tierra juntos una zorra y un mono, disputando a la vez cada uno sobre su nobleza.

Mientras cada cual detallaba ampliamente sus títulos, llegaron a cierto lugar. Volvió el mono su mirada hacia un cementerio y rompió a llorar. Preguntó la zorra que le ocurría, y el mono, mostrándoles unas tumbas le dijo:

— ¡ Oh, cómo no voy a llorar cuando veo las lápidas funerarias de esos grandes héroes, mis antepasados !

— ¡ Puedes mentir cuanto quieras — contestó la zorra –; pues ninguno de ellos se levantará para contradecirte !

Sé siempre honesto en tu vida. Nunca sabrás si el vecino que te escucha sabe la verdad y corroborará o desmentirá tus palabras.

La zorra que nunca había visto un león

Había una zorra que nunca había visto un león.  La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo. Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.  En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación. En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.

 Ejercicios

  • Amplifica esta fábula.

El cuervo enfermo.

Un cuervo que se encontraba muy enfermo dijo a su madre:

– Madre, ruega a los dioses por mí y ya no llores más.

La madre contestó:

– ¿Y cuál de todos, hijo mío, tendrá piedad de ti?

¿Quedará alguno a quien aún no le hayas robado la carne?

No te llenes innecesariamente de enemigos, pues en momentos de necesidad no encontrarás un solo amigo.

  • Abrevia esta otra fábula:

El gato y los ratones

Enterado el gato Marramaquiz de que en cierta casa vecina abundaban los ratones, encaminóse a ella y en varias veces se engulló cuantos quiso. Los afligidos, al ver que cada día faltaban algunos amigos, se dijeron en ratonil confianza:

Puesto que todos vamos a perecer, cuerdo será quedarse cada uno en su escondrijo, que el gato, por saltarín que sea, no podrá llegar entonces hasta nosotros.

Hiciéronlo así; pero el hambre, que es fecunda en recursos, sugirió al gato de atraérselos nuevamente, para lo cual, colgándose de un palo, fingióse muerto. Los ratoncillos más jóvenes comenzaron a sacar la cabeza, y aun a exponerse a salir, hasta que el ratón más viejo, llamado Roepan, que con astucia miraba al gato, exclamó:

Muerto está, compañeros, pero por lo mismo que está muerto, quedémonos todavía aquí para no turbar el esposo de los difuntos.

Hay quien asegura que al gato se le bajó la sangre a la cabeza y se murió de veras.

El varón prudente evitará ser engañado con astucias y dobleces.

La experiencia y la prudencia indican que la desconfianza es la madre de la seguridad.

  • Escribe una fábula con animales utilizando algunos de los recursos propios de este género.
  • Pon una moraleja a esta fábula:

Tuvo antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante. Pero oyó un día a un caballo relinchar admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar de todos sus intentos, no logró adoptar exactamente la voz del caballo y perdió además su propia voz. Así, quedó sin la voz del caballo y sin su voz antigua.

  • Desarrolla una fábula a partir de esta moraleja

«No embellezcas tu aspecto, sé bello en tus actos.»